
En Canadá, los musulmanes celebran el Ramadán en la mezquita de la tundra

Bajo un cielo estrellado, un grupo de musulmanes se reúne a medianoche en la mezquita de Inuvik, una pequeña ciudad del extremo norte de Canadá, más allá del Círculo Polar Ártico, donde la celebración del Ramadán requiere algunos ajustes.
"En Inuvik, seguimos los horarios de La Meca", cuenta a la AFP el imán Saleh Hasabelnabi de la Mezquita del Sol de Medianoche.
En esta región de los Territorios del Noroeste de Canadá realizar los rezos según la posición del sol plantea algunos desafíos: en verano Inuvik tiene 24 horas de luz del sol, más de 50 días al año, y en invierno el día es tan corto que el ayuno dura poco.
El lugar es tan particular que muchos recuerdan claramente su primer Ramadán en el extremo norte.
"La primera vez quedé en shock. No podía creerlo. Era la primera vez en mi vida que rezaba cinco veces y el sol todavía estaba ahí", recuerda Saleh Hasabelnabi.
Esta mezquita, una de las más septentrionales del mundo, recorrió más de 4.000 kilómetros para llegar a su destino actual.
Fue construida en Winnipeg, en la provincia de Manitoba, y luego transportada por partes: algunas en camión y otras en barco. La travesía del sur al norte tomó más de dos semanas.
La "pequeña mezquita de la tundra", como es más conocida, abrió sus puertas en agosto de 2010 para atender las necesidades de un número creciente de musulmanes canadienses que llegan para trabajar. Hoy los creyentes se cuentan entre 100 y 120.
"Siempre es difícil adaptarse a este ambiente", confirma Mohamed Asad Behrawar, que trabaja en contabilidad y que recientemente se mudó a Inuvik.
- "Dios no quiso que me fuera" -
En esta pequeña ciudad viven unas 3.400 personas. En un entorno muy silencioso, solo se escucha el crujido de las llantas de los autos y las motos en la nieve.
La comunidad musulmana está conformada por refugiados que se instalaron en el norte, atraídos por los salarios más elevados. Muchos de ellos trabajan como conductores de taxi.
Desafiando el frío extremo y la nieve, los fieles llegaron el domingo a la mezquita cargados de alimentos para romper el ayuno en el tercer día del Ramadán.
En el menú, pollo, arroz y platos sudaneses. Todo en un ambiente festivo para esta pequeña y unida comunidad.
Inclusive Abdalá El-Bekai, un palestino nacido en Líbano, aprecia la fiesta aunque desea vivir en otro lugar.
"Cada año me digo: 'Este es mi último año en Inuvik", cuenta entre risas sobre sus esfuerzos por irse del lugar, donde vive hace 25 años.
"Dios no quiso que me fuera. Puede que haya hecho una mala acción en mi vida y Dios me envió aquí", bromea el hombre de 75 años.
A.Schmidt--BlnAP