
Las masacres en Siria plantean dudas sobre la capacidad de las nuevas autoridades para gobernar

La violencia que sacudió Siria estos últimos días, de una gravedad inédita desde la caída de Bashar al Asad, pone en riesgo la transición, pues las masacres de civiles siembran dudas sobre si las nuevas autoridades están capacitadas para gobernar, según analistas.
El jueves estallaron en el oeste enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad de las nuevas autoridades sirias y grupos aliados, de un lado, y hombres armados leales a Bashar al Asad de otro. En esa zona vive una importante comunidad alauita, una minoría musulmana a la que pertenece el exmandatario.
"El caos de las milicias que vimos en las ciudades costeras alauitas nos indica [...] que el nuevo ejército sirio no tiene el control", apuntó Joshua Landis, experto en Siria de la Universidad de Oklahoma.
Esta violencia, según él, "socavará los esfuerzos del presidente interino, Ahmed al Sharaa, en consolidar su poder y convencer a la comunidad internacional de que controla la situación y que puede controlar a las numerosas milicias que supuestamente están bajo su mando".
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), la violencia le costó la vida a 973 civiles, la mayoría pertenecientes a la comunidad alauitas, muertos en ejecuciones en las provincias costeras de Latakia y Tartus.
- "Varios desafíos" -
Las autoridades anunciaron la formación de una "comisión de investigación independiente" sobre "las violaciones contra los civiles" para identificar a los autores y llevarlos "ante la justicia".
Al Sharaa, que antes de tomar el poder en diciembre dirigía el grupo islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS), pidió el domingo proteger la paz civil.
HTS es la antigua rama siria de Al Qaida. Afirma que rompió con el yihadismo, aunque la comunidad internacional se mostró escéptica al respecto.
Para Heiko Wimmen, de la consultoría International Crisis Group, la violencia en el oeste de Siria prueba que la nueva administración "no es capaz de hacer frente a varios desafíos al mismo tiempo".
Desde el derrocamiento de Al Asad, la región costera ha sido escenario de oleadas de violencia, con secuestros y tiroteos, según testigos.
Y, si bien los últimos sucesos "no plantean todavía ningún desafío estratégico", sí que "podrían [...] atrapar a los nuevos dirigentes en un ciclo de violencia" que podría resultar "muy desestabilizador", señaló Wimmen.
Joshua Landis subrayó que la oposición alauita "no está ni organizada ni unida" pero que después de "las masacres indiscriminadas y los saqueos generalizados en barrios alauitas, [...] la situación se endurecerá".
"Debe comportarse bien con la comunidad internacional pero también tiene que mantener a su base islamista de su lado", agregó.
Los nuevos dirigentes "pidieron moderación y advirtieron contra el sectarismo, y eso es bueno [...]. El problema es que esos discursos moderados no parecen haber sido escuchados por las exfacciones rebeldes, que ahora supuestamente deben funcionar como el ejército y la policía", apuntó Lund.
A estos retos, se suma el de disolver los grupos armados del país, algo que las nuevas autoridades se comprometieron a hacer.
Las fuerzas kurdas controlan extensas áreas del noreste y del norte de Siria y, en el sur, hay facciones drusas que conservan las armas.
Según Landis, "ni los kurdos ni los drusos ni las otras minorías creerán" al gobierno cuando dice "respetar a todos los elementos del pueblo sirio y [que] los tratará igual".
M.Schwarz--BlnAP